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    Avanzando por el centro de tu vida,
    una pedalada a la luz, una bicicleta subiendo
    una rampa de mucho suplicio,
    una proeza osada en el jardín del hechizo
    de tu cuerpo.


    soy un gorrión

    yendo y viniendo, eslabón perdido
    de una pesadilla consciente.
    un canto a tu naturaleza,
    una esperanza en mi pensamiento.


    Eres bote de vida, un torrente

    junto a mí, mariposa;
    una acequia siendo manantial en tu estuario,
    un saxo melancólico viviendo
    en mi pecho.


    Soy la azada de tu huerto,

    el consuelo hecho fruto jugoso,
    tronco de árbol o rama que te mece,
    la lascivia de tu cuerpo
    cuando eres mía
    al amanecer el día.


    Al atardecer eres melomanía,

    un concierto de Mozart, una lira
    sonando en una sonata de Schubert,
    relajación de mis penas y consumación
    de mis dichas.


    Mirarte paseando es contemplar

    un lienzo de Renoir, su colorido y pasión,
    eso eres tú mi amor.


    Por la noche lujuria, deseos de ser tuyo,

    me poseas, me arrulles con tu cuerpo extendido
    sobre el mío, cómo espuma deslizándose.


    Una mariposa revoloteando por mi vientre,

    yo estremeciéndome , eres poesía
    y en ti me cobijo, eres lo más bello
    la primavera del lirismo.
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    En la soledad del alma perdida,
    se ahoga el eco de una vida sin guía,
    en el desamparo de la noche fría,
    la esperanza flaquea, está sin salida.


    Caminante solitario en la penumbra,

    busca consuelo en la luz que alumbra,
    pero el vacío lo envuelve y tortura,
    su corazón se estremece y murmura.


    ¿Dónde hallar refugio en este abismo?

    entre sombras y silencios, un mecanismo,
    alma errante en su eterno desconsuelo,
    anhela encontrar paz en el cielo.


    Así la soledad y el desamparo se entrelazan,

    en un baile de melancolía que no cesa,
    mas la llama de la esperanza aún brilla,
    encontrando en el amor la semilla.
    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
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    Todo tu cuerpo es mío,
    como el aire que respiro,
    caracola sin mundo, abriendo tu casa
    a la fortuna de la dicha
    de tenerte conmigo, sol de abrigo.


    Al amanecer trigo limpio,

    calor de chimenea, seda tu piel,
    abrazo de alborada,
    cuando te miro y me sonríes,
    el saludo del sol sobre el agua translúcida
    cuando veo tu cuerpo tendido.


    Cuando no estoy en casa,

    sueños de árboles gigantes,
    vientos de vuelta me sobrellevan
    por árboles de colores del paraíso
    de nuestra ansiada espera.


    En el ocaso rayos hirientes,

    mariposas rosáceas, pasión rojiza,
    el mar de nuestra vida se alía en una fiesta
    de miradas cómplices, brillos estridentes,
    sonrisas como la vida llenas de aire,
    de existencia sublime, amor ardiente.


    En nuestro lecho de amor,

    ángeles celestiales
    tocando clarines de ensueño, amada mía,
    Dios hecho presencia, paraíso consumado,
    La esencia del amor hecha brasa.
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    Eres amor creando sonrisa
    en mi cara de lucero muerto,
    soy tu ilusión dorada,
    dardo penetrando en la felicidad de mi mente,
    corazón de orquesta en tus falsos pliegues.


    Facilitas el devenir de mis días,

    eres galante, intrépida, nube caminando,
    pensamiento sin titubear, casa amada,
    luces derramando mi pulsar inquieto.


    Amada ignota, torbellino de amaneceres

    revuelto con ocasos de diosa indeleble,
    repentino fulgor de vida, mi osadía se clava
    en la tuya, como mis ojos en tu mirada.


    Amada alegre persuasiva, yo la montaña

    que te destroza, con sus torrentes de vida,
    botando de piedra en piedra, rebotando
    en tu dicha, produciendo el crecimiento
    de mis estrellas en tu cielo.


    Oh amor, vilmente vilipendiando

    desdicha de mis saberes, rosa
    de mi tejado, cortejando a un ciempiés
    santo y seña, de un hermoso amanecer
    de víbora acurrucada en flores de plástico.


    Hoy, tú, rayo misterioso te has partido

    en mil pedazos, como el vidrio de mis ojos
    triste, anidado en el cirro de tu nube,
    enquistado en mi sollozar perverso,
    como un papel que el viento se ha llevado.


    Deambulas tú, hermoso amanecer marchito,

    soles de nitrito, pulmones de esponja,
    pájaros de cartón, enrabiada rama de árbol,
    elasticidad de las nubes, convierte el llanto
    en sonrisa de lirio, o espasmo de santo.


    No te vayas catarata de mis sueños,

    brisa que todo lo inunda, sabiduría
    de maestra de partitura, elévame al
    paraíso de los dioses de los aires eternos,
    o simplemente se enlace inconexo
    entre átomos en el tiempo.
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    Si no fuera por ti que me acaricias con la brisa,
    me acomodas con tus versos
    y sobre ti descansan mis penas,
    ¿Qué sería de mi azorado corazón?,
    eres fulgor de arcoíris en mi atardeceres sombríos.


    Dónde hundiría mis raíces, qué humedal

    socorrería mi seco huerto de arrecifes,
    en un mundo deshecho de maldades infructuosas ,
    de cavidades sin dueño, aparcadas en el ostracismo.


    Quién daría luz a mi vida, aflorando el oscuro sueño

    de mis noches de insomnio, de vela
    esperando que alumbre tu antorcha,
    las estrellas se estremecen al ver mi alma revuelta.


    Dónde sellaría mis labios, mis pasiones, mis desvelos;

    en qué santuario de tu insondable mirada,
    aparco mi bullir constante, derramando la angustia
    que me persigue en la hora de mi desdicha.


    Qué aromas de amargura, penetrará por mi olfato

    ensombreciendo mis días,
    sacrificando la luz de la armonía;
    quién reciclará mis despojos,
    quién abrirá mi puerta oxidada,
    quién me cubrirá cuando esté frío.



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    Hoy el viento golpea
    como un martillo las ventanas,
    los cristales tiemblan ateridos
    posiblemente sea invierno o primavera
    qué más da, nadie puede dar asiento
    a este caballero tan locuaz.

    Soy pétalos muertos,
    que este osado ha robado a mis rosas,
    deshojándose
    penetrando en ellas los silencios
    de los fondos abisales;
    marchitando la fragancia
    que ayer exhalaban.

    Hoy mis pensamientos
    vuelan como las golondrinas
    con el cálido viento
    en busca del ansiado amor
    y acompañar a las olas
    por si cayendo la lluvia
    aparecieras tú,
    penetrando mi piel.
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    Viendo la llama de tu cuerpo
    entre las sábanas,
    tu palpitar sereno,
    soy vagón de tren circulando
    por el vergel de tu semillero.

    Paraíso soterrado,
    abandonado del hedonismo,
    tal vez desecho de la apatía,
    mustio, agonizante
    como un cervatillo herido.

    Reclamo mi parte del pastel,
    endulzando tu carácter,
    con almíbar y mermelada de miel
    como las rosas que florecen
    encima de tu vientre.

    Mujer triste, inquieta ,
    con aire insigne,
    quizás, como el rayo
    debes retar a tu naturaleza,
    clamando al cielo que dejes de ser pureza
    y te conviertas en fuego.


    Fuego, ascua, ceniza, crepitar de huesos,
    manos alargadas, sabuesos dentro,
    soy cobra que besa con lengua viperina
    bordeando las cimas de tu valle fecundo.

    Mujer, conmuévete,
    que tu sangre fluya
    como acequia con motor potente,
    bombeando tú débil cuerpo de manzana tierna,
    cielos rosa se abrirán,
    componiendo un lienzo de estallidos de fresa.

    Anacoreta de la vida soy,
    quiero tu simiente en la mía,
    capullo de rosas abierto
    seré el manjar de tus deseos,
    falacia de tu perdición,
    perdición de tus sueños en los míos,
    en un mar de tranquilidad y sosiego.
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    Tus manos, seda de Nepal
    abriéndose son alas,
    acariciándome como plumeros de algodón,
    una sonrisa al alma,
    un abrazo fraterno.

    Por la mañana manantial de vida,
    susurro al viento, candor de brisa,
    desayuno reponedor,
    un vuelo rasante de amor de una gaviota.

    Son silenciosas, las toco y palpito,
    senda descrita en manuscritos,
    ola meciendo el cabello,
    suavidad de caracoles con babas
    cuando me sientes dentro.

    Forma de rama de árbol,
    cuando se balancean
    delicias de sol,
    agua caliente son tus dedos,
    cabos flotando sobre tu cuerpo,
    eslabón perdido de adán y Eva
    en su cautiverio.

    Duras, duro mar, azul de cielo, rojos,
    rosas, parpadeantes y muertos de oscuridad
    así es tu tejado de nácar sereno,
    todo lo que haces lo haces por mí
    arrecife de coral, paraíso eterno.

    Tú, cuerpo de guerrera,
    madre de mi ensimismado deseo de tenerte,
    tienes los dedos
    como filos de espadas;
    agradezco al aire,
    a la creación del universo,
    tener un par de guantes
    que me hipnotizan,
    me llevan al cielo.
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    Cuando no te tengo
    corona de espinas en mi cabeza siento
    circundada de penas,
    yerta de enraizamientos inocuos de tus venas,
    soy un maravedí
    en el zoco de tus deseos.


    Si soy vuelo, escarcha y rocío eres

    en un mar de acebuches ensangrentado
    de lágrimas derramadas
    por no tenerte paloma mía.


    Te deseo como el colorido a la primavera,

    te necesito
    como tu vientre al hijo de tu amor,
    sangre de tu sangre, huesos de los tuyos,
    carmín colorido de tu vida.


    Tu compañía me libera de mis maldades,

    soy una acequia de alondras
    mirando al sol de tus cabellos,
    olor a hierbabuena
    cuando me clavas tus ojos
    como estacas en los míos
    grama de mayo en el campo.


    Quiero comerme tus rastrojos,

    dejar de ser aventurero de tu falda,
    ansiarte cómo la tierra a la yunta
    que le da aire y aliento,
    o como la cama absorbe nuestros sudores
    cuando no tengo corona de espinas, cielo.
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    Sé mi amor,
    mi estrella del tiempo

    un lucero sediento.

    Soy el eslabón
    de la cadena de tu amor,
    sobre manantiales de lujuria,
    andas buscando un intercambio oxidado,
    antes de ser la inspiración de mi aliento.


    La corona de la aurora de tu sentimiento,

    en el valle donde juntamos nuestra soledad,
    nuestro desaliñado aliento,
    dolores de huida,
    retazos de mi entrepierna en tu pelo.
    deja que emerja entre tus silencios.


    Decir adiós a la tristeza,

    es liberar el alma herida,
    es dejar atrás la triste despedida,
    y encontrar paz en la fortaleza.


    Decir adiós a la tristeza,
    es dejar de lado el lamento,
    es confiar en su divino aliento,
    y sentir su amor con gran certeza.


    Decir adiós a la tristeza,
    es abrir el corazón a la esperanza.


    Es soltar las cadenas del dolor,
    es buscar en él, el consuelo y amor,
    y en su abrazo encontrar la belleza.


    Decir adiós a la tristeza,
    es elevar el espíritu hacia lo alto.


    Es transformar la pena en gratitud,
    es encontrar en él la plenitud,
    y en su amor recibir la recompensa.


    Las ansias de la misericordia navegando

    en olas gravitacionales que encandilan
    la honorabilidad del corazón plumado
    por el hedonismo.
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    Eres mi oscuridad,

    mi amor,
    mi suplicio,
    fuego quemando mi infierno,
    camino que tiembla,
    mi tristeza en el mundo.


    Flecha adorando

    al sol de la complicidad
    alborotando
    el mar de las temeridades
    despojada de ternura en las noches
    donde el crepúsculo
    muere en los altares.


    Alegría perdida,

    esperanza sepultada
    como las raíces, bajo tierra
    perdición del día y la noche;
    inexorable ocaso
    llegando lentamente.


    Días grises
    de agujas y tinieblas

    tristeza hasta en mi frente
    locura en tránsito permanente
    ansiedad a manos llenas

    recorriendo
    los espíritus de mi pasado.

    Hoy mi tibio corazón

    necesita resurgir a la luz,
    dejando atrás la tristeza
    volver a ver verdes valles
    rojas amapolas.


    Dame una luz radiante

    para olvidar mi corazón helado
    ventanas luminosas
    donde entre el aire limpio,
    expulsando a este demonio
    que llevo dentro
    y el alba realice otro milagro.


    A luna roja, Alde y bristy les gusta esto.
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    El cristal azul de la mañana
    reflejado en tu mirada
    es un unicornio azul, alado
    en el paraíso de mi nostalgia.


    Elixir de vida embriagador

    resistencia a la noche apagada
    claridad brillante, sol de la aurora.
    subiendo majestuosa, eliminas
    la oscuridad maldita.


    En tu espíritu envuelto en cortinas

    me tiendo, casa ardiente,
    inmensa primavera de suspiros
    ojo que te desprendes del cielo.


    Placer divino ilimitado

    soñando contigo siempre
    quiero estar,
    hermano del silencio eterno.
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    Eras calor y frío,
    una mirada ardiente al mediodía,
    una pasión acelerada
    un tumulto en la mañana.


    En la cañada, los gorriones te trinaban

    pedías lo posible y eso era imposible
    comprabas el día y te daban la noche.


    Tus quejas siempre fueron amordazadas
    no podías ulular, ni maldecir
    por el dolor pernicioso de tu pecho,
    por el corazón partido, de vómitos, de indolencia,
    cantares del pueblo, con sus penas y alegrías.


    La luna te llamaba y tú, padre mío,

    estabas solo como la nada, nadie te esperaba,
    eras un desierto en la noche,
    tu cansancio no era nada,
    ni las oquedades de tus ojos;
    eras el esclavo de la manada,
    la que todo tenía y nunca daba nada.


    En el humo de la ribera te veía

    respirabas el cáncer de tu desgracia divina,
    aullando como un lobo
    pero nadie te oía.


    Por la noche, amordazado el miedo,

    los troncos eran tus aliados,
    te hacías disfraces con sus ramas
    el té perfumaba tu azahar
    bendita primavera que llegaba
    con su traje de flores
    y su mantón de manila
    a juego con su cabellera.


    Ya no hay mesa, ni pan compartido

    ni plato al centro de la mesa,
    todo está vacío,
    como tu chaleco colgado
    en la percha del olvido.


    Viviste en un aire ahogado

    en un agua que no refrescaba
    sudor silente resbalaba por tu cara.


    Cuando dormiste eternamente

    los serafines lloraban,
    esparcían tu amor por la tierra
    adoraban tu divino tributo,
    y el aire se estremecía al reconocerte.


    Entonces comprendí que

    morir no significaba nada,
    es una palabra, sólo eso.
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    Miro las hojas caer sobre la tierra desnuda,
    sus destellos deslumbran las fotos
    de nuestra nostalgia, amores volando
    en un valle de plata, sinsabores con pedigrí
    en una oquedad agitada.

    Siento tu amor convaleciente, enfermo,
    volando a la eternidad.

    ¿Dónde estás?

    Cansado de ver fruta podrida,
    falacias tormentosas,
    miradas extraviadas como laberintos
    en un jardín sin dueño,
    salto al abismo de los sueños.

    Percibo tu angustia,
    ávida de visualizar
    explosiones del arcoíris
    como abanicos gigantes,
    construyendo una mansión de ensueño
    donde descansar, dormitar, de este infierno.

    Cuando vas sin atuendo,
    tu enfoque es un cerco tembloroso de sal, l
    a metáfora de la ceguera,
    camino con baches ocultos,
    caer a la hondonada de la vida.

    Una alberca de espuma sin salida.
    A bristy, Melementos y Alde les gusta esto.
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    Duro será el triste destierro de mi vida
    acostumbrado a dormir sobre flores
    ahora caigo sobre ellas,
    sintiendo el dolor de rosas sollozando.


    Escarcha reprimida de mis lágrimas,

    mi corazón te reclama enloquecido
    trinar de arpa, sortilegios hechos suspiros
    bellos pétalos colgando de la estela de tu cuerpo.


    Tallo floreciente de flores abiertas,

    abanico que me refresca, cautivándome el alma
    sutil perfume con tu dulzura y fragancia
    una camisa confeccionará sintiendo
    el roce de tu piel que me envenena.


    Se llenan de nostalgias mis horas

    contemplando tu rostro, es añil
    en un mar embravecido donde navega mi deseo
    vestido de mañana o de atardecer doliente.


    Tiembla la noche en tus manos

    acaricia la esperanza tus cabellos,
    enervan las pasiones solitarias
    y claudican en ti el clavel y la violeta.


    La memoria no sabe de historias

    que no llegaron a hilarse,
    que murieron antes de ser vividas,
    sólo añoran el tacto de la piel
    que recubre el silencio.


    Desde el otro lado del océano

    las llamas inician su solitaria travesía,
    abandonando los escarpados Andes
    volando como las golondrinas a cobijarse
    bajo mi manto de hojas rojas,
    naufragando en la lujuria de la noche húmeda.


    Las palabras son corceles briosos

    nuestras almas lluvias que emigran
    con los vientos,
    no se encontraron, pasaron por encima de la vida,
    de los mares atravesaron el horizonte
    ajenas a nosotros.

    Naufragando en la orilla
    A bristy le gusta esto.